jueves, 29 de noviembre de 2012

Crítica a la sociedad capitalista

Toda evolución social se produce gracias a la lucha de clases: la lucha entre opresores y oprimidos. De igual modo que amos lucharon contra esclavos y siervos contra nobles en el sistema de producción capitalista el proletariado (obreros) lucha contra los burgueses que los oprimen con el salario.

Según Marx el valor económico de un producto es creado por el trabajo invertido en la elaboración de ese producto. Si sumamos el valor de las materias primas y herramientas que sirven para elaborar un producto al valor del trabajo invertido tendríamos el valor final del producto si no fuera porque el capitalista debe obtener algún beneficio así que debe de aumentar ese valor a través de la plusvalía. Si un obrero hace cinco zapatos y el patrón le paga el valor de dos zapatos la plusvalía son los tres zapatos restantes que son los beneficios del patrón. De esta manera el sistema capitalista es un sistema de explotación como el feudal o el esclavista pues el que genera verdaderamente la riqueza (esclavo, siervo o proletario) tiene que sufrir que esa riqueza le sea expropiada. 

Si vemos la evolución social anterior observamos que hay una clase opresora y otra clase oprimida. El proletario, y toda clase oprimida, sufre alienación, es decir, al trabajador se le aparta de lo único que tiene, su trabajo, y se convierte en una mercancía más dentro del capitalismo, ya no es él mismo, está enajenado. Un ejemplo claro de esto para Marx son los obreros industriales que se han convertido en engranajes dentro de enormes maquinarias, han perdido su identidad y son indistinguibles unos de otros.

El sistema capitalista, como los anteriores, está llamado a terminar ya que está preñado de contradicciones. El capitalista intenta dar a sus obreros el menor jornal posible para así obtener más ganancias, esto aumenta paulatinamente el nivel de pobreza de los obreros. Al mismo tiempo el capitalista tiene que luchar contra otros capitalistas por lo que debe vender los productos lo más bajo posible; en esta lucha solo los capitalistas más poderosos ganan y los pequeños capitalistas entran a formar parte del proletariado en estos momentos de crisis. El proletariado cada vez más numeroso y más miserable se encuentra con una certeza: con la revolución no puede perder sino sus cadenas ya que ellas son lo único que tiene. Implantar esta certeza en el proletariado es la misión del revolucionario pues el trabajador ve trabada su mente por la ideología burguesa que justifica la explotación. La religión, por ejemplo, ha sido desde siempre una fiel aliada de las clases opresoras de ahí la frase de Marx: “La religión es el opio del pueblo”

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