Roland Barthes , el creador
del análisis estructuralista, llamó unidades narrativas a cada una de las
frases o enunciados que componían un texto.
Distinguía en ellas dos grandes clases:
las funciones, o enunciados que presentan acciones y sucesos, y los
indicios, que proporcionan datos relacionados con esa acción.
Las funciones son los hechos
desnudos, sin ningún tipo de calificativo ni determinativo. Como categoría gramatical estarían
representados, básicamente, por los verbos y, en menor medida, por los
sustantivos.
Por ejemplo: “El hombre bajó del árbol“. Aquí tenemos una acción pura,
intercambiable. El hombre podría ser
cualquiera. Evoca una escena en la que
un hombre indeterminado (que en la mente de cada uno de nosotros revestiría los
rasgos que asociamos al concepto hombre) descendería de un árbol también
indeterminado (podría ser un pino, un roble o un manzano, según nuestra
imaginación) y podría hacerlo mediante un salto o deslizándose por el tronco
(de acuerdo a la noción que tengamos de bajar).
Pero en conjunto, representaría un concepto simple y plenamente
comprensible para cada uno de nosotros. La acción o el hecho de bajarse de un
árbol.
Se trata de un nuevo método
exegético que se impone a partir de los años 70, cuando un grupo de exegetas
adopta la investigación semiótica utilizada por la "escuela de Greimas».
La peculiaridad de este análisis es que considera el lenguaje no sólo como un
sistema de signos, sino sobre todo como un sistema de significación. En este
horizonte, semiótica indica más bien una teoría general de los sistemas de significación
que una teoría general de los signos lingüísticos.
Más directamente, el análisis
estructuralista se aproxima al texto bíblico prefiriendo la lectura sincrónica
a la diacrónica; esta opción prioritaria por el sentido del texto lleva a
percibir realmente una sincronía de todos los elementos lingüísticos y
literarios como una forma privilegiada para su comprensión. Este análisis se
cualifica. Por tanto, por una opción que destaca el enunciado por encima del
ambiente en que se comunica y su valor significante por encima de la
transmisión misma. Esto supone que el análisis estructuralista, a diferencia
del histórico-crítico, no tomará en consideración tanto al autor, a las
tradiciones históricas o eclesiales o a la comunidad, como la redacción última del
texto escogido. Ya que es allí donde ve realizados los Significados últimos que
puede expresar.
http://www.literaturate.com/el-analisis-estructuralista-2-las-funciones/
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