lunes, 19 de noviembre de 2012

Aspectos racionales e irracionales de la ideología



El análisis de la ideología ha sido proseguido en la obra más reciente de la Escuela de Frankfurt en relación con el estudio de la ciencia social y política y, a partir de estos estudios, Habermas desarrolló una teoría de los “intereses constitutivos del conocimiento”. Para Habermas, mientras la ciencia social técnica (empírico-analítica) pretende la regulación y el control de la acción social, y la ciencia social práctica (interpretativa o simbólica) intenta interpretar el mundo, la ciencia social emancipadora intenta revelar la forma en que los procesos sociales son distorsionados por el poder en las relaciones sociales de dominación y coerción, mediante la ideología. Su interés no se detiene en iluminar las relaciones sociales, como hace la ciencia social simbólica, sino que intenta crear las condiciones mediante las que las relaciones sociales distorsionadas existentes puedan ser transformadas en acción organizada, cooperativa, una lucha política en donde las personas traten de superar la irracionalidad y la injusticia que desvirtúa sus vidas, rompiendo de esta forma con la concepción inicial de la Escuela de Frankfurt señalada más arriba. Esta lucha compartida hacia la emancipación de la irracionalidad y la injusticia induce a Habermas a denominar su interés subyacente como “emancipador”.

La forma de ciencia que persigue el interés emancipador es, según Habermas, la ciencia social crítica. Esta ciencia estaría caracterizada por tratar de construir críticas de la vida social que muestren cómo las ideas y acciones de la gente han sido constreñidas mediante desconocidas relaciones de poder, y su método característico es el ideológico-crítico. Para Habermas la crítica ideológica consiste en realizar investigaciones que tratan de “cartografiar” las circunstancias históricas y sociales actuales (tanto en el sentido del análisis general de la sociedad y de la cultura, como en el específico de nuestra propia situación social) y de usar el proceso de cartografiado no sólo para identificar los hitos y símbolos clave del territorio social “de afuera” (de nuestro mundo en torno), sino también para identificar los correspondientes a nuestro modo de entender el mundo (por ejemplo, nuestro lenguaje, nuestros valores, los significados que otorgamos a las cosas y las formas de producción y de relación social mediante las que interactuamos con el mundo).

Por otro lado, Herbert Marcuse toma como punto de partida el análisis weberiano para demostrar el concepto de racionalidad formal, que Max Weber extrae tanto de la acción racional del empresario capitalista y del obrero industrial como el de la persona jurídica abstracta y del funcionario moderno, y que asocia tanto criterios de la ciencia como de la técnica, tiene implicaciones que son de contenido.

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